En la comunidad de La Esperanza, Bonito Oriental, vive Kevin Javier Ramos Hernández, un apasionado ganadero y agricultor de 43 años, encarna la dedicación y el esfuerzo necesarios para alcanzar el éxito. Su historia ejemplifica cómo el aprendizaje constante y la adopción de nuevas tecnologías pueden transformar una finca de pequeña escala en un negocio próspero y sostenible en el Departamento de Colón, Honduras.
Con una finca que alberga 20 vacas, Kevin se ha enfocado en la producción de leche para la venta, así como en el cultivo de alimentos para su familia y su ganado. No obstante, su visión trasciende más allá mantener su finca; él busca mejorar continua sus prácticas agrícolas y ganaderas para maximizar la producción y asegurar la sostenibilidad a largo plazo.
El punto de inflexión en la trayectoria de Kevin llegó en 2022, cuando recibió capacitaciones en inseminación artificial y otras habilidades, gracias al Proyecto Mejorando la Competitividad y Productividad del Sector Lácteo en Honduras de USAID/TMS y Heifer. Inspirado por las enseñanzas y el respaldo del proyecto, Kevin decidió aprovechar esta oportunidad al máximo y se puso en contacto con los técnicos de la organización.
Gracias a las capacitaciones recibidas, Kevin ha implementado nuevas técnicas en su finca, como cercas eléctricas, inseminación artificial y la instalación de un biodigestor. Estas prácticas no solo han optimizado su producción, sino que también han generado un impacto positivo en su comunidad.
“He realizado más de 50 inseminaciones y hasta ahora he tenido 30 partos como resultado de ese trabajo, esperando los frutos de las demás inseminaciones” comenta Kevin con orgullo.
Estos logros han despertado el interés de otros ganaderos en la zona por la inseminación artificial, pues inicialmente mostraban resistencia a estas prácticas, pero los resultados han hablado por sí mismos.
Los costos de inseminación varían según los preparativos necesarios, ya que a las vacas se les debe hacer un diagnóstico reproductivo, realizarle una ecografía, además de medicación y alimentación para mejorar la salud de la vaca para que se prepare para poderse preñar.
El costo únicamente de la inseminación es de USD$8, pero si se requieren diagnósticos y otros servicios, oscila entre USD$100 y USD$120. Su éxito ha inspirado a otros ganaderos en la región a adoptar la inseminación artificial, lo que ha impulsado la productividad y rentabilidad en el área.
“Aquí hay muchas lecciones aprendidas que he puesto en práctica, tanto para mi ganado y producción como para enseñar a los compañeros y amigos ganaderos. Gracias a USAID/TMS y Heifer, estoy muy satisfecho y siento que cada vez más progreso con mi finca y puedo hacerla crecer, con mucho trabajo y esfuerzo, para mí y para mi familia” expresa Kevin con una sonrisa, recordándonos cómo la pasión, el aprendizaje y el trabajo arduo pueden hacer realidad los sueños.»