Katia Fúnez, una joven emprendedora de 25 años, y su esposo Pedro Castillo, tenían un sueño en común: establecer un negocio de lácteos en el Valle de Lepaguare, Olancho. Con la ganadería como principal fuente de sustento en la zona, vieron una oportunidad para contribuir con la economía local mientras perseguían sus propios objetivos.
A través del proyecto «Mejorando la Competitividad y Productividad del Sector Lácteo en Honduras» de USAID/TMS y Heifer, decidieron dar el primer paso hacia la realización de su sueño recibieron apoyo y orientación para desarrollar su idea. Con la asistencia técnica brindada, Katia y Pedro adquirieron conocimientos clave sobre la producción láctea y la gestión empresarial.
Después de recibir capacitaciones en técnicas de campo y asesoramiento empresarial, la idea de establecer una planta procesadora de lácteos cobró forma. Con el respaldo de Heifer, así como con su propio esfuerzo y dedicación, lograron formular y adquirir el equipo necesario para la planta, valorado en más de USD$ 24,300.00. Además, se comprometieron a construir las instalaciones de la procesadora de lácteos.
Katia compartió: «Junto a mi esposo producíamos queso de forma artesanal, pero gracias a las capacitaciones y apoyos del proyecto, nos animamos a dar un paso más. La idea de la planta procesadora surgió durante nuestras conversaciones con los técnicos, y nos motivó aún más el respaldo recibido».
Además de las capacitaciones, participaron en talleres sobre valor agregado, donde aprendieron a elaborar una variedad de productos lácteos. También buscaron experiencias y consejos en otras procesadoras de la región para mejorar su preparación.
Hoy en día, la planta procesadora de Lácteos Lepaguare cuenta con 20 socios y varios de ellos trabajan en la planta, donde producen 16,304 libras de queso y 1,900 libras de mantequilla mensualmente, generando ingresos mensuales de USD$ 38,868.68. Además de su éxito empresarial, están orgullosos de proporcionar empleo a miembros de su comunidad y de contribuir al crecimiento económico local.
La historia de Katia y Pedro es un ejemplo inspirador de cómo la determinación, el aprendizaje y el apoyo adecuado pueden convertir los sueños en realidad y beneficiar a toda una comunidad.
